El tiempo se para, las puertas se cierran y el viento corre demasiado rápido. No siento nada, solo tristeza. No escucho nada a mi alrededor aunque se que me están hablando, que se preocupan por mí. Siento como todo se va nublando y todos van desapareciendo y de pronto, apareces. Siento tal dolor en mi pecho que mi garganta se convierte en un pequeño nudo, tan fuerte que me presiona. Sonríes, y comienzo a llorar. Te echo de menos, pero no es tanto el echar, como el menos.
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