domingo, 24 de febrero de 2013

Soy cómplice de mi propio destino.

Norte y Sur.
Somos dos polos opuestos, dos caras de una misma moneda. Soy lo que no eres y no soy lo que eres. Ser para no ser, y no ser para acabar siendo.
Respuestas cortas que acaban con mis largos e insufribles pensamientos, pero que aún así me  complementan. ''Quiéreme para ser feliz hoy, mañana ya se verá.''
No te miento cuando te digo que pude sentir la palabra amor junto a ti, que me hiciste conocer la felicidad. Sin embargo, intenté ver más allá y me cegó mi propia luz, esa que  aún no ha encontrado la salida, esa que aún vacila al escoger la opción correcta: ser o no ser.

sábado, 23 de febrero de 2013

Juro que esta vez no habrá un final triste.

Siempre fuiste como un amuleto en mi vida. Pasé de tropezar con la mirada de un gato negro a no parar de sonreír.
Era como una tormenta en pleno verano, nadie me esperaba y por alguna razón yo tampoco quería que nadie me esperara. Siempre estaba sola y no por ello me sentía mal, es más, estaba conforme con mi vida. Sin embargo, un típico día aburrido en mi simple vida decidí ir a la biblioteca, y allí estabas tú. Yo ya te había visto desde que puse mis convers desgastadas en ese suelo tan impecable y a la vez usurpado por personas. Estabas en la sección de ''historias reales'', como yo les llamo, no podía dejar de mirarte, ese pelo negro, firme y bastante largo( y ya no hablemos de tus ojos verdes como esmeraldas) y admirar tu forma de leer, de sonreír al leer cualquier hecho de ese libro que tanto te atraía. Pero decidí dejar de mirarte para que no te percataras de ello, decidí llegar a la sección ''empalagosa'' y buscar algún libro en el que poder hundir mi miserable vida y desaparecer de la vista de todos.
Cuando ya había elegido el libro perfecto para llevarme horas en casa leyendo junto a una taza de café bien caliente, me volví para acercarme a la entrada y entregar mi carnet de socio. Pero ahí estabas tú, a sólo veinte centímetros de mí. Al momento sentí mi corazón como un caballo desbocado que desea salir y correr en libertad. ¿Qué me mira? Y sobre todo, ¿qué quiere?
Y entonces me sonreíste mientras me dijiste:
-¿Romeo y Julieta?
-Algo parecido, ¿el diario de Ana Frank?
-Algo parecido.
No pude evitar sonreír.

Despacio...

Abro los ojos, no hay nadie. Los vuelvo a cerrar y los abro de nuevo, pero sigo estando sola.
Me doy cuenta de que mi verdadero miedo se ha hecho realidad y ahora no tengo a quién contárselo; estoy sola.