Siempre me digo a mi misma que llegará el día en el que todo vaya a mejor, en el que realmente pueda demostrarme a mi misma cuánto valgo y cuánto puedo llegar a valer. Y sin embargo, vuelvo a caer. Me extraña no haber perdido toda la esperanza de poder recuperarme. Me extraña no ser irreparable. Me sorprende seguir teniendo fuerzas para expresar lo que siento.
lunes, 15 de diciembre de 2014
martes, 9 de diciembre de 2014
No hay otro motivo. Un diciembre más.
Diciembre y sus manos de aire, que me acarician pero nunca me atrapan. Diciembre y sus grandes y suculentas manías que me atrapan pero me abandonan. Diciembre y su frío que me abandona en plena intemperie. Su frío y sus ganas de huir. Diciembre y su reloj de arena que cuenta los segundos (y mis penas) que quedan para acabar y comenzar de nuevo. Diciembre y sus cigarros a media noche, que calman corazones en mal estado y desuso, buscando un cenicero que no acabe con su vida. Diciembre y sus dosis de cafés, de no puedo dejarte para más tarde porque no hay más tarde que esta tarde que estamos viviendo. Diciembre y sus gotas que recorren cristales empañados del calor que nunca desprendieron nuestros cuerpos. Diciembre y su inexactitud para medir las luces que alumbran mi alma que yace desnuda en medio del salón.
Diciembre, asustadizo diciembre que me lleva y me abandona, que me acoge y me dispara, que me cuida y me daña, que me atrapa y desaloja. Diciembre que va y viene, que no se detiene.
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