viernes, 17 de agosto de 2012

Como trato de ser fuerte, cuando soy débil.

Todos hemos pasado por ese remolino de sentimientos que poco a poco se convierte en una montaña rusa. Puede subir tanto como bajar en menos de 5 segundos. Cuando llega el momento, sin saber por qué pero escondida en un inmenso mar de dudas, decides cerrar la boca y reservarte tu opinión. ¿Ingenua?, probablemente lo haya pensado y más de dos veces, pero me he dado cuenta de que no es así, que me reservo la mitad de lo que pienso o lo que me pasa por no querer estallar. Y entonces ocurre.
Cuando llego a la cima y siento que no puedo más conmigo misma, me lanzo cuesta abajo sin frenos. Empiezo a llorar, a gritar, no escucho a nadie porque nadie puede entenderme. Ni siquiera yo.

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