sábado, 18 de febrero de 2012

Todos cometemos locuras por amor.

Todos nos equivocamos de vez en cuando pero no todos tenemos el derecho a ser perdonados. Cada condena es un mundo que tiene sus correspondientes pautas y castigos, pero lo que está claro es que en ella se sufre. 
Equivocarse es como caerse, siempre contra la misma piedra pero nunca nos damos cuenta de que tenemos que coger un camino diferente para no volver a tropezar. Pues en el amor ocurre lo mismo, cuando menos te lo esperas ¡PUM! el se ha ido y te ha dejado sola, sin nada ni nadie. Y cuando quieres darte cuenta sabes que la culpa fue tuya y quieres volver atrás y pedirle perdón... Pero entonces ya es demasiado tarde, se olvidó de ti. Y mientras tu intentas no llorar cada vez que le ves, el está plenamente feliz con la chica más odiosamente guapa del mundo. ¿Putada verdad?
No te dejes pisotear, levántate y demuéstrale al mundo que tienes millones de sonrisas preparadas. Que tu día no acaba a las doce de la noche, al contrario, que de madrugada tu solo acabas de salir de casa. Entonces es cuando te debes de dar cuenta de que vales oro, de que tu sonrisa es maravillosa y de que esa noche estas preciosa.

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