Sé que no debo quererte y que incluso no debería pensar en ti, pero no puedo soportar apartar la mirada de esa sonrisa, de esos labios, de ese flequillo. Lo he intentado, ¡¡lo juro!! y lo único que he conseguido ha sido pensar más y más en ti.
Te odio, te odio, te odio... ¿cómo puedes ser tan guapo Dios? Cada vez que te veo se me nubla la mente, las piernas me tiemblan y mis lágrimas florecen por el rabillo de mis ojos, entonces, entonces es cuando me pregunto que debo hacer para soportar ver como se te lanza al cuello.
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